"Si no puedes medirlo, no puedes manejarlo", ¿verdad esencial, o mito?

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Noticia 19 de enero 2018

Revisa argumentación convincente -necesaria a todas vistas en nuestra realidad- para llegar a conducir la asistencia hacia un modelo de calidad de la atención a través de redes integradas y una transformación con recursos suficientes para soportar los cambios propuestos, distante del voluntarismo que sacrifica la calidad a propósito de  un mal entendido enfoque en la entrega de atención de salud mental.

El autor y colaboradores mencionados por Prince ven a los servicios de salud mental como innovadores en modelos de prestación de atención (es decir, basados en la comunidad, multidisciplinario y centrado en la persona) pero muy rezagados en el aprendizaje y adopción de  avances en el monitoreo y medición de la calidad de la atención continua derivada de otras disciplinas que manejan enfermedades crónicas.

El trabajo aboga por mejoras orientadas a la estructura propuesta en el marco de la organización de la atención, los procesos de atención clínica y los resultados de atención médica logrados.

Los autores tienen razón al resaltar la importancia de la medición, en base al principio de que "si no puedes medirlo, no puedes administrarlo”. Los sistemas de información de gestión de salud son –dice-  un "bloque de construcción" central para un buen funcionamiento de los sistemas de salud.

El propósito de esos sistemas de información es generar rutina en la información de salud de calidad, y se usan directamente para decisiones de gestión y mejorar la entrega de atención médica: gestión de recursos, supervisión del servicio, supervisión y mejora de la calidad.

Por otro lado, otro autor, W. Edwards Deming advierte que el principio anterior podría ser "un mito costoso". Él podría tener razón, y por varias causas.

Primero se reconoce que las mejoras cualitativas intuitivamente obvias, pueden ser hechas sin datos para diagnosticar el problema o confirmar los beneficios. Los datos pueden proporcionar un mecanismo para soportar incrementos de mejora, pero la transformación fundamental hacia un nuevo  "sistema de salud" es cultural.

En segundo lugar, pueden surgir problemas con la burocratización del proceso de informatización. Con demasiada frecuencia, la información de gestión de la salud los sistemas son demasiado gravosos. Demasiados indicadores son recogidos centrándose en la morbilidad, la actividad de servicios básicos y la rutina evaluación de riesgos, sin una aplicación obvia a la mejora en la calidad de la atención o sus resultados.

El problema es mayor cuando los datos son simplemente recopilados y luego informados a niveles más altos del sistema de salud para la agregación, el análisis y toma de decisiones centralizada, sin información cercana para mejorar el rendimiento y la prestación de servicios en la periferia.

Dichos sistemas “de datos” no cumplen con los requisitos básicos de un sistema de información de gestión de la salud. Con los recolectores de datos desconectados del proceso, la calidad de los datos es pobre. Estos problemas pueden abordarse a través de la simplificación y democratización.

Un tercer aspecto, es el ideologismo, común en ciertos líderes de salud mental pública quienes sin mediciones objetivas  despliegan con las personas, proyectos sin métrica alguna, como por ejemplo promover los derechos humanos y negarse a medir el impacto en muertes, cárcel y en tragedia de quienes son “liberados a la comunidad”. Un paradigma idílico donde las mejores ideas son sacrificadas por la frialdad de los ejecutores.

En una perspectiva de Salud Mental Global el foco en calidad es bienvenida, pero la estratificación de datos puede postergar largamente el enfoque de calidad -sobre todo en países con nivel medio o bajo-, que con el mismo discurso de los más poderosos y organizados, no pueden consolidar suficientemente procesos meramente ideológicos, en tareas que requieren información y recursos financieros.

En Chile hemos aprendido mucho en este sentido en estos últimos años a pesar de lo cual salud pública tiende a sobre-valorar el “modelo en salud mental” sobre la “medición real” (quizá por la idea de que no es posible medir en este campo). Un buen ejemplo es el nuevo Plan Nacional de Salud Mental. Las mediciones pueden ser un serio problema en algunas costosas iniciativas emanadas de éste  con  un “voluntarismo irreal”, por lo cual se desecha la métrica de la calidad y hasta se suplanta por datos externos o simplemente no se cuenta con éstos, para proponer metas.

El modelo se impone sobre la métrica. La "brecha de tratamiento" para los servicios de salud mental es una afrenta al derecho fundamental a la salud en todo el mundo, particularmente en países de bajos y medianos ingresos. También es necesario que sea medido para ser reducido. "Si puedes medirlo, puedes manejarlo", porque en cualquier tipo de entorno, un enfoque más estructurado de la atención, respaldado por datos, mejora la calidad y puede permitir un desarrollo real, termina señalando el autor.

Dr. Juan Maass

Past President de SONEPSYN